lunes, 16 de febrero de 2009

Dos años de gobierno federal, fracaso panista

Por: Francisco Velasco
El pasado mes de diciembre se cumplieron los primeros dos años de ejercicio de gobierno del Presidente Calderón y su equipo. En el ámbito económico -probablemente el más relevante de todos- los efectos de la crisis financiera y la recesión económica mundial impactan negativamente a nuestro país, al mundo capitalista y, más duramente en nuestro caso, los bolsillos de todos los mexicanos, sobre todo, a las capas medias de nuestra sociedad, a los más pobres y desfavorecidos.
La promesa de campaña de que este sería el gobierno del empleo se volvió toda una ficción y el desempleo abierto es la variable común en casi todos los rincones del país; sin empleo no hay ingreso, sin ingresos no se puede pagar la comida, la vivienda, la luz, el agua, el teléfono, el transporte, el entretenimiento y todo lo demás que se pague con dinero. Como es de esperar, eso hace que el fenómeno de la “estanflación” (estancamiento con inflación) se haga más evidente para inicios de 2009.
Aunado a ello estará la inconformidad social y eventualmente el cambio de preferencias electorales, como ya lo apuntan varias casas encuestadoras, aunque parece que quienes detentan el poder están dispuestos a todo para no dejar que se vaya de sus manos. Se dice que ya se preparan elaborados programas político electorales como lo es el “voto del rencor” que consistiría en hermanar a los primos (PRI y PRD) y mediante un sofisticado manejo de recursos económicos y de los medios masivos de comunicación polarizar a dos fuerzas las elección federal de 2009, programas mediante el cual el partido del gobierno podría reposicionarse.
Además de lo anterior en el panorama político, la falta de acuerdos entre los diferentes actores políticos (los factores reales de poder) han incidido negativamente en la posibilidad de trascender a la inseguridad y violencia crecientes que golpean a la sociedad, mientras que el crimen organizado y la desdicha agitan las estructuras del gobierno federal y del partido Acción Nacional.
Como ya expresamos arriba el contexto de adversidad económica e incertidumbre política tienen impactos de pronóstico reservado en las percepciones de la opinión pública, respecto de la gestión de gobierno y, obviamente, impactarán las preferencias electorales ciudadanas y, eventualmente la composición de la Cámara de Diputados.
El análisis de la gobernabilidad no puede ser visto ajeno a la crisis económica mundial y de la evaluación ciudadana respecto de las acciones emprendidas por el gobierno federal para enfrentarla. Recordemos que la representación política está en la base del régimen político vigente.
En el mismo, el sistema electoral traduce votos en espacios de gobierno, por lo que el tipo de sistema electoral previsto en las leyes electorales vigentes es determinante para la manera en que el trabajo de los partidos y la participación política de los ciudadanos, se convierta en representación de gobierno. En México, el sistema electoral combina distintos aspectos, mismos que -por cierto- no necesariamente reflejan las preferencias políticas.
Actualmente el PAN con el con 36% de votación tiene un 40% de representación; mientras que el PRI con 28% tiene el 32% de representación y, sin embargo, existen partidos menores que han mantenido el registro y cuentan con representación en el “Congreso”. Pero eso fue hasta 2006 en que operó la pasada legislación electoral, porque con las reformas de 2007, es muy probable que veremos una nueva configuración de fuerzas políticas más reducida (fracciones parlamentarias) operando en la Cámara de Diputados. Eso es algo que sabe muy bien el actual régimen calderonista y también sus adversarios del PAN y de los otros partidos. De hecho no dudamos que ya tengan muy bien calculados el número de diputados que integraran la próxima legislatura federal.
La reflexión que nos surge de lo comentado es si en las próximas elecciones federales se dará un paso más para la transformación democrática del país que implique que el actual régimen deje atrás la característica particular del anacrónico “presidencialismo mexicano” y abdique -de una vez y para siempre- de la serie de facultades “metaconstitucionales” que por décadas ha ejercido el titular del Poder Ejecutivo Federal y mediante las cuales esta institución pública de gobierno fungía.
Además, como jefe supremo de las fuerzas políticas reales del país de forma dominante y ejercía influencia y decidía sobre la vida política del país más allá de lo previsto en el texto constitucional y de las leyes que de ella emanaban. En el México de hoy, las instituciones del régimen alternado son las mismas. No hay ni una nueva Constitución, ni una nueva constitucionalidad.
Lo peor es que la falta de acuerdos políticos de trascendencia se ha traducido en parálisis y en tentaciones de exclusión que ponen en riesgo la viabilidad de la democracia y; sin embargo, se afirma que esa inercia ha sido superada para lograr, sin poner en riesgo la estabilidad política, la aparición de gobiernos divididos (plurales), sin dejar de contar con un “Ejecutivo fuerte”. Por eso no podemos dejar de señalar que observamos claramente como desde el gobierno se emiten sendos mensajes a través de los medios masivos de comunicación que buscan -no informar- sino influir, orientar y hacer que la gente decida a conveniencia del régimen.
Ya veremos si la reforma electoral vigente y quienes tienen la responsabilidad de observarla y aplicarla son capaces, o no, de acatarla. ¿Y usted, cómo la ve?

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